lunes, 24 de octubre de 2016

Segunda matrícula

Volvieron a él los ojos de ella
pero en otro rostro.

Volvían,
entre otras cosas,
las huellas al cielo,
el miedo en las manos,
el arte morderno.

Volvía la estúpida sensación
de que un segundo de tacto
estaba aprobado.

Ella volvía,
con otra forma,
pero con las mismas formas,
justo como creía
que no iba a volver.

Y al volver se dio cuenta
de que casi,
y sólo casi
había olvidado el olor
de la mecha encendida
y sentir el reflejo de esa luz
en sus ojos.

Casi no recordaba
la sensación de la sonrisa auténtica,
el cosquilleo en las tripas,
el temblor de tobillos.

El mismo lugar olía a distinto,
como a nuevo,
como a quedarse.

Fue como llamar al timbre
con miedo a manchar
con la tierra de las botas.

Y quiso tanto subir las persianas
y sentir el calor en su piel
que casi olvidó
que no le había invitado.

Quiso subir al tejado
y sólo se dejó caer.

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