martes, 15 de junio de 2010

Confirmas la idea de que siempre serás suya.

La manera en la que esperas, cada día, asomada a tu ventana. Él sabe dónde vives, y dónde le esperarías, y sabes que si algún día quiere ir a buscarte, ahí sería dónde te encontraría. Aquella esquinita siempre fue vuestro punto de encuentro. Por eso te seguirás asomando, sólo por si acaso hoy se pone a gritar tu nombre, por si acaso hoy se digna a esperar bajo la lluvia como en las películas. Mientras tanto, seguirás comprobando una y otra vez la tan poco asumida realidad de que no pasará a buscarte. 'Puede que hoy no, quizás mañana'.
La manera en la que giras tu cabeza a cada paso que das para asegurarte de que no está detrás de tí, siguiéndote, planeando sorprenderte. Te encanta regalarle al mundo aquella sonrisita, que por muy estúpida que sea, te hace sentir alivio, nadie sabe por qué. Te encanta esa sonrisa de idiota que luces cada día, y cada noche, cada segundo que piensas en él, y él no sale de tu cabeza. Y la risita más tonta de cuando estás sola, que ya directamente se te escapa y tiene sonido. Por suerte, te despierta de tu sueño.
La forma en la que te lleva, la forma que te sujeta, y la idea de que te encanta imaginarte ese tipo de gilipolleces, escenas estúpidas que te hacen soñar despierta, que, simplemente, te alejan del mundo real.
Y su voz seguirá captando tu atención como a la que más, por una palabra cambias tu alma, por aquellas dos tan deseadas vendes tu corazón, y si incuyen sentimiento directamente lo regalas. La razón va incluída gratis con cualquiera de éstas tres.
Cuando te duermes cada noche, y cuándo te despiertas cada día, cuando sueñas con él, y pasas el tiempo tan sólo perdiéndolo. Oliendo su olor cada poco, y mirando a través de sus ojos hasta cuando no está enfrente. La composición del hechizo que te tiene tan atrapada, que le convierte en el dueño absoluto de cada uno de tus sentidos.
Todo te lo agradezco a tí, y a ésta sensación, que es todo menos pequeña.

Cuando se vuelven anticuadas las sonrisas.

Cinco menos cinco de la tarde y nada que hacer. Me aburro y estoy sola, una de las peores combinaciones posibles, al menos en mi caso. La soledad me deprime, aunque no me disgusta del todo. Debido al frío que siento por dentro, el cuerpo me pide un baño caliente. Sé que en éstos momentos meláncolicos lo único que me salva es un papel, un boli y algo de música. Mirándolo así, me doy cuenta de lo triste que resulta ésto que considero medicina.
Si entras, aquí me encuentras, desnuda de cuerpo y de todo, escuchando una canción de la que parece que no me canso, hundida en un baño de agua hirviendo, repitiéndose una vez más en mi cabeza la idea de que me ahogo en mi propia mierda. Me baño en mis penas y me ahogo en ellas. A veces, todo lo malo se pone de acuerdo y viene todo junto de la mano, se hace una bola en mi garganta y me puede. Mucha gente lo dice, pero poca gente sabe de verdad lo que es vivir con el corazón hecho un nudo.