No soy yo, somos todos los que ardemos con corazones en la boca, mordiendo sus tejidos hasta la sangre. Somos todos los que bailamos la melancolía y ascendemos la definitiva tristeza con la sonrisa pintada en los labios. No lo niegues, hay que decirlo, no soy sólo yo. Sería muy fácil desaparecer. Y estaría hundida dos metros bajo las pisadas de los hombres.
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